Esquí de montaña. El
esquí de la libertad.
Introducción
Cuando la nieve llega a la montaña, esta cambia para mostrarnos un
paisaje en el que los canchales de piedra desaparecen, las sabinas y piornos que
se sitúan en las laderas ahora son un inmenso mar blanco, y los barrancos se
transforman en divertidos toboganes blancos.
La naturaleza parece dormida en un sueño, “retraída sobre si misma”,
con el fin de soportar las bajas temperaturas, temporales de nieve y fuertes
vientos. Sin embargo para el alpinista es este momento cuando más se siente
atraído por esta “llamada del silencio”.
En este silencio, el paisaje blanco es un mundo completamente
diferente al que día a día nos rodea. Donde la nieve junto con el sol transforman
la montaña, y dan lugar a una nueva magia; la montaña invernal. A veces inhóspita y peligrosa, otras mágica e
irresistible, sin que podamos evitar el deseo irrefrenable de estar e
introducirnos en ella.
Es en esta montaña invernal cuando el esquí cobra sentido. Los
esquís se convierten en el medio ideal para movernos con facilidad, para
desplazarnos por grandes distancias, para aproximarnos al pie de la arista, del
corredor o la montaña. Pero no solo es un medio de transporte sino que va mucho
más allá para convertirse en una disciplina en sí misma: el esquí de montaña.
La comodidad de progresar por nieves profundas sin hundirse hasta
la cintura, el placer de bajar
deslizando
por lo que andando son tediosas bajadas, disfrutar realizando giros,
zigzagueando, sentir la velocidad, nos transporta a un mundo de fantasía del
que ya no podremos prescindir.
Las rutas en las que redescubres cumbres que ya has subido con
crampones, se transformarán en otra montaña, recorrerás travesías de un valle a otro, y los
descensos por largas pendientes dan una nueva dimensión al alpinismo invernal.
Es así como nace el esquí de montaña, de la unión del esquí y el
alpinismo, para convertirse en una disciplina casi independiente. En palabras
de Arnold Lunn, "el esquí de montaña es el fruto del matrimonio de dos
grandes deportes: el alpinismo y el esquí".
El alpinista ahora también es esquiador o el esquiador se
convierte en alpinista, ambas acepciones son válidas. En mi caso empecé
siendo esquiador de fondo, lo que me
introdujo en la montaña, para luego ser alpinista y luego engancharme al esquí
de montaña, pero sin descuidar ninguna de las anteriores disciplinas.
El espíritu del esquí de montaña es bien distinto del esquí alpino
y del de fondo al menos en su modalidad de competición. En el caso del esquí
alpino la montaña es transformada para que la gente pueda bajarla, mientras que
en el esquí de montaña somos nosotros los que nos adaptamos a la montaña.
Mientras que en el esquí de fondo a pesar de que se pueda subir,
llanear y bajar, nos vemos muy limitados por la calidad de la nieve, el pisado
de las pistas ya que los esquís apenas tienen cantos y son muy finos por lo que
en las bajadas con pendientes son bastante difíciles de bajar y además podemos
romper las tablas.
El esquí de montaña nos permitirá disfrutar de los descensos, pero
también de ascensos, en un marco incomparable como es la montaña, sin tener que
transformarla, sin los ruidos ni aglomeraciones de las estaciones de esquí.
Tendremos
que usar nuestra experiencia para elegir la mejor nieve esquiable, la mejor ruta
de ascensión, la pala con nieve más adecuada para realizar el descenso, saber
leer la nieve, sus cambios y cualidades. Una buena técnica de esquí adecuada al terreno
nos permitirá afrontar casi todo tipo de nieve y pendientes. Pero también la
experiencia como alpinistas nos permitirá:
desenvolvernos cuando no llevemos los esquís por terrenos helados o rocosos, distinguir
las características de la montaña invernal, todos sus peligros y dificultades, saber anticiparse a una meteorología adversa
y cambiante, prevenir el constante
peligro de los aludes y a no perdernos con niebla o ventiscas…
Cuanto mayor sea nuestra experiencia como alpinista y nuestra
destreza como esquiador, mayor será el placer de disfrutar el esquí de montaña
o travesía.
El espíritu de libertad que sentiremos en la montaña invernal al realizar
uno de los más bellos deportes que pueden practicarse en la naturaleza, no nos
a de hacer olvidar que también tenemos una gran responsabilidad al practicarlo
por los peligros que entraña.
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