28 mar 2013

Esquí de montaña. El esquí de la libertad.



Esquí de montaña. El esquí de la libertad.

Introducción

Cuando la nieve llega a la montaña, esta cambia para mostrarnos un paisaje en el que los canchales de piedra desaparecen, las sabinas y piornos que se sitúan en las laderas ahora son un inmenso mar blanco, y los barrancos se transforman en divertidos toboganes blancos.
La naturaleza parece dormida en un sueño, “retraída sobre si misma”, con el fin de soportar las bajas temperaturas, temporales de nieve y fuertes vientos. Sin embargo para el alpinista es este momento cuando más se siente atraído por esta “llamada del silencio”.

En este silencio, el paisaje blanco es un mundo completamente diferente al que día a día nos rodea. Donde la nieve junto con el sol transforman la montaña, y dan lugar a una nueva magia; la montaña invernal.  A veces inhóspita y peligrosa, otras mágica e irresistible, sin que podamos evitar el deseo irrefrenable de estar e introducirnos  en ella.

Es en esta montaña invernal cuando el esquí cobra sentido. Los esquís se convierten en el medio ideal para movernos con facilidad, para desplazarnos por grandes distancias, para aproximarnos al pie de la arista, del corredor o la montaña. Pero no solo es un medio de transporte sino que va mucho más allá para convertirse en una disciplina en sí misma: el esquí de montaña.
La comodidad de progresar por nieves profundas sin hundirse hasta la cintura, el placer de bajar
deslizando por lo que andando son tediosas bajadas, disfrutar realizando giros, zigzagueando, sentir la velocidad, nos transporta a un mundo de fantasía del que ya no podremos prescindir.
Las rutas en las que redescubres cumbres que ya has subido con crampones, se transformarán en otra montaña, recorrerás travesías de  un valle a otro,   y los descensos por largas pendientes dan una nueva dimensión al alpinismo invernal.
Es así como nace el esquí de montaña, de la unión del esquí y el alpinismo, para convertirse en una disciplina casi independiente. En palabras de Arnold Lunn, "el esquí de montaña es el fruto del matrimonio de dos grandes deportes: el alpinismo y el esquí".

El alpinista ahora también es esquiador o el esquiador se convierte en alpinista, ambas acepciones son válidas. En mi caso empecé siendo  esquiador de fondo, lo que me introdujo en la montaña, para luego ser alpinista y luego engancharme al esquí de montaña, pero sin descuidar ninguna de las anteriores disciplinas.
El espíritu del esquí de montaña es bien distinto del esquí alpino y del de fondo al menos en su modalidad de competición. En el caso del esquí alpino la montaña es transformada para que la gente pueda bajarla, mientras que en el esquí de montaña somos nosotros los que nos adaptamos a la montaña.
Mientras que en el esquí de fondo a pesar de que se pueda subir, llanear y bajar, nos vemos muy limitados por la calidad de la nieve, el pisado de las pistas ya que los esquís apenas tienen cantos y son muy finos por lo que en las bajadas con pendientes son bastante difíciles de bajar y además podemos romper las tablas.
El esquí de montaña nos permitirá disfrutar de los descensos, pero también de ascensos, en un marco incomparable como es la montaña, sin tener que transformarla, sin los ruidos ni aglomeraciones de las estaciones de esquí.
  
Tendremos que usar nuestra experiencia para elegir la mejor nieve esquiable, la mejor ruta de ascensión, la pala con nieve más adecuada para realizar el descenso, saber leer la nieve, sus cambios y cualidades.  Una buena técnica de esquí adecuada al terreno nos permitirá afrontar casi todo tipo de nieve y pendientes. Pero también la experiencia como alpinistas  nos permitirá: desenvolvernos cuando no llevemos los esquís por terrenos helados o rocosos, distinguir las características de la montaña invernal, todos sus peligros y dificultades,  saber anticiparse a una meteorología adversa y cambiante,  prevenir el constante peligro de los aludes y a no perdernos con niebla o ventiscas…
Cuanto mayor sea nuestra experiencia como alpinista y nuestra destreza como esquiador, mayor será el placer de disfrutar el esquí de montaña o travesía.

El espíritu de libertad que sentiremos en la montaña invernal al realizar uno de los más bellos deportes que pueden practicarse en la naturaleza, no nos a de hacer olvidar que también tenemos una gran responsabilidad al practicarlo por los peligros que entraña.


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